sábado, abril 03, 2010

Vita nuova

"Y pensando en ella, me alcanzó un agradable sueño en el que tuve una visión maravillosa: me parecía ver en mi cámara  una nubecilla color de fuego, en cuyo interior descubría la figura de un varón de aspecto terrible para quien la mirase; y me parecía tan congraciado consigo mismo, que resultaba algo admirable; y hablaba de muchas cosas, de las cuales yo entendía sólo unas pocas, y entre esas pocas, éstas: Ego dominus tus (Yo soy tu señor). En sus brazos me parecía ver una persona que dormía desnuda, apenas arropada ligeramente por un paño color sangre; después que la miré muy atentamente supe que era la mujer de mi salud, la que el día anterior se había dignado saludarme. Y en una de sus manos, me parecía que este varón llevaba una cosa que ardía enteramente, y parecía decirme estas palabras: Vide cor tuum (Mira tu corazón). Y después de que él estuviera algún tiempo, me parecía que despertaba a la que dormía; y tanto se esmeraba en su ingenio, que le hacía comer aquello que en la mano le ardía, y ella lo comía tímidamente. Después de esto, al punto su alegría se transformaba en amargo llanto; y llorando, estrechaba a la mujer entre sus brazos, y me parecía como si fuera con ella hacia el cielo, por lo que yo me angustiaba de tal forma, que no podía mantener mi débil sueño, sino que se rompió y desperté."

                                                                         (...)

A toda alma cautiva y noble corazón, ante
cuya presencia llegan estas palabras, para que
sobre esto su parecer me escriban, salud en
nombre de Amor, su dueño. Casi terciadas
estaban ya las horas del tiempo en que
ilumina toda estrella, cuando de pronto me
apareció Amor, cuyo aspecto me horroriza
recordar. Amor me parecía alegre, y tenía en
su mano mi corazón, y en sus brazos llevaba
a mi dama, que dormía cubierta con un paño.
Después la despertó, y del corazón ardiente
ella con humildad comía temerosa: luego yo
lo vi marchar llorando.

Dante Alighieri, La vida nueva, Ed. Siruela.